Hay que tener claro que las fantasías sexuales no son un producto de ahora, que no vienen causadas por la pornografía, por mentes sucias o calenturientas ni por la publicidad, fotos o videos. Es algo que ha existido siempre, natural y normal. De hecho ya dio origen a las primeras manifestaciones artísticas.
Además, por suerte, las fantasías no son exclusivas para mentes privilegi
adas, sino que todos podemos crear y creamos, nuestras propias fantasías. Y no hay que avergonzarse por ello, ya que fantasear es una actividad totalmente sana, legítima e inocente, una actividad que no perjudica a nadie; por el contrario, enriquece nuestras vidas y ayuda a expresar nuestros sentimientos y sensaciones.
Avergonzarse de las propias fantasías sexuales es desconocerse a si mismo, pues pasamos mas tiempo con ellas durante el día que en cualquier otra actividad.
El fantasear no se limita a la actividad mental, a pararnos y pensar en ellas y que se da mientras hacemos el amor o estamos en la cama, sino que puede ejercerse en cualquier momento del día y en cualquier lugar: al ver a otra persona por la calle, en la piscina, en la playa o en el autobús o trabajo. Al escuchar música o ver la televisión, o viendo una película o al pasar delante de un quiosco de prensa.
Es por esto último por lo que se recomiendan diferentes objetos y situaciones que sirven de estímulos y de ayudas si parece que la imaginación no acaba de arrancar. No es necesario buscar obsesivamente objetos o momentos para fantasear; los encontramos sin buscarlos en el ordenador, al ver, recordar o conversar con una persona atractiva, al escuchar una voz seductora…
En definitiva, que hay algo imprescindible en toda relación afectiva y en la vida sexual de las personas; ese algo son las fantasías. Son un elemento necesario en la relación sexual para la mayor parte de las personas. Renunciar o huir de las fantasías en la vida sexual es huir de nosotros mismos. Sin fantasías la vida sexual plena es imposible. Solo ama realmente a su pareja quien conoce, respeta y acepta sus fantasías.
Además, por suerte, las fantasías no son exclusivas para mentes privilegi
adas, sino que todos podemos crear y creamos, nuestras propias fantasías. Y no hay que avergonzarse por ello, ya que fantasear es una actividad totalmente sana, legítima e inocente, una actividad que no perjudica a nadie; por el contrario, enriquece nuestras vidas y ayuda a expresar nuestros sentimientos y sensaciones.Avergonzarse de las propias fantasías sexuales es desconocerse a si mismo, pues pasamos mas tiempo con ellas durante el día que en cualquier otra actividad.
El fantasear no se limita a la actividad mental, a pararnos y pensar en ellas y que se da mientras hacemos el amor o estamos en la cama, sino que puede ejercerse en cualquier momento del día y en cualquier lugar: al ver a otra persona por la calle, en la piscina, en la playa o en el autobús o trabajo. Al escuchar música o ver la televisión, o viendo una película o al pasar delante de un quiosco de prensa.
Es por esto último por lo que se recomiendan diferentes objetos y situaciones que sirven de estímulos y de ayudas si parece que la imaginación no acaba de arrancar. No es necesario buscar obsesivamente objetos o momentos para fantasear; los encontramos sin buscarlos en el ordenador, al ver, recordar o conversar con una persona atractiva, al escuchar una voz seductora…
En definitiva, que hay algo imprescindible en toda relación afectiva y en la vida sexual de las personas; ese algo son las fantasías. Son un elemento necesario en la relación sexual para la mayor parte de las personas. Renunciar o huir de las fantasías en la vida sexual es huir de nosotros mismos. Sin fantasías la vida sexual plena es imposible. Solo ama realmente a su pareja quien conoce, respeta y acepta sus fantasías.
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